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Un Mundo de Sueños

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                                                                Introducción:

                                                      Keneu visita a Sian Ka’an                                                                                                                                      

Moradas misteriosas se deslumbraban en el horizonte, nebulosas obtusas caminaban frente a la vista, y estrellas como líneas giraban alrededor del Cielo negro mientras Keneu, nieto del Gran Anciano de los Días Yunuen, se dirigía a la prisión de Sian Ka’an por medio de viaje interdimensional.

<<Esta vez espero que me hable…>> pensaba para sí.

Keneu podría catalogarse como “un pan de Dios” entre de los mensajeros solitarios de la galaxia, pues la mayoría eran demasiado objetivos y hasta cierto punto “fríos” en el trabajo (esto debido a que, como lidiaban siempre con planetas con poca evolución, debían mantenerse firmes para no ser corrompidos). Él había sido promovido a mensajero solitario por su abuelo debido a su corazón puro y alma humilde; de hecho, fue el mismo Yunuen quien lo había propuesto a Ubara, Jefe de jefes de los Ancianos, para visitar al obstinado Sian Ka’an. Ubara, por su parte, lo había aceptado más porque en él corría sangre ameyaliana que por otra cosa. Sin embargo, al mensajero los motivos poco le importaban, siempre y cuando pudiera ayudar a aquella alma caída de su gracia. Dentro de él, sentía una gran necesidad de ayudar a Sian Ka’an. Pero, aun con toda su buena voluntad, el recluso jamás le había dirigido la palabra: ni siquiera una vez. A pesar de ello, Keneu siempre iba con la fe puesta en oír la voz de su hermano menor, pues él no era de los que se dieran por vencido.

<<Creo en Sian Ka’an, y sé que un día va a hablarme. ¡Es más! ¡Es hoy el día definitivo!>> se decía a sí mismo en cada visita, y ésta no era la excepción.

Habiendo llegado a la celda de Sian Ka’an, y armonizándose con la dimensión misma, deshizo su Merkaba; luego buscó en los alrededores al recluso, pero para su sorpresa no había pista de él. Esto le preocupó en verdad. Sian Ka’an nunca se movía del mismo sitio: no lo había hecho desde que dejó de intentar escapar, y eso había ocurrido hacía eones.

-¿A dónde rayos fue?- musitó.

Buscó por largo rato en todos los alrededores sin siquiera alguna especie de rastro. Entonces respiró hondo y se enfocó en su tercer ojo para que éste le guiara. Increíblemente, Sian Ka’an se encontraba caminando pacíficamente, observando cada detalle del entorno a algunos kilómetros a la redonda.

El corazón de Keneu se iluminó de inmediato.

-Oh…por… Dios… -dijo conteniendo lo más que pudo la emoción. -¡En verdad es él!

Keneu entonces no aguantó más y comenzó a bailar y a gritar de alegría.

-¡Gracias, gracias, Gran Fuente! ¡Hoy me has permitido ver uno de tus tantas maravillas! ¡Sé que es la forma natural de las cosas, pero aún así…! ¡¡Gracias, mil millones de veces gracias!!

Brincó, saltó, e hizo peripecia y media por un buen rato; y después de festejar y agradecer por casi media hora, se serenó y tranquilizó, acomodándose el ropaje. Y como quien luego recobra la cordura, carraspeó un poco para aclararse la garganta.

-Muy bien, es hora de darle la visita.  




                     Este capítulo recibió la influencia de esta música (desconozco el autor):

                                                         https://www.youtube.com/watch?v=8HxhPIX2gjM


Capítulo 1

                                         La Historia de los Cuatro Ameyalianos

Mientras caminaba por los prados verdiazules, Keneu recordó un poco su niñez. Su abuelo Yunuen, quien era amante de contar historias, le había platicado mucho sobre los mundos que había visitado en el pasado, de cómo había conocido a su abuela, y de las aventuras que había tenido por los soles de Las Siete Hermanas. Sin embargo, lo que lo había marcado era el origen de su linaje. Sabía que dentro de él corría la sangre de un planeta extinto llamado Ameyal, y que éste fue destruido debido a la negligencia de un planeta poco evolucionado, aunque, irónicamente, sin la intención del mismo. La raza de los Am, quienes fueron seres muy similares a los ameyalianos en apariencia, cayeron gravemente en conciencia en los tiempos de su abuelo: se mataban entre sí, se hacían guerras, había hambre y enfermedades en el planeta, entre muchos otros pesares. Sin embargo, el punto cúspide fue una guerra nuclear que desataron entre ellos mismos. Esto tuvo repercusiones muy graves pues, como todo está conectado, la destrucción de un microcosmos representó el fin de varios macrocosmos: ocho mundos inocentes, al residir cerca del planeta de los Am, resintieron el daño causado, y empezaron a tener problemas internos en sus núcleos hasta que finalmente perecieron. Como todo fue tan súbito, las civilizaciones residentes no tuvieron tiempo de evacuar sus lugares de origen, por lo que pasaron a la historia junto con éstos.

Keneu recordó entonces el rostro serio de su abuelo cuando le contó los últimos momentos de su gente.

-Has de pensar, mi querido nieto, en lo extraño que es que la gente de Ameyal haya desaparecido por completo, considerando que muchos vivían en naves. El problema fue que, a pesar de que había gran cantidad de personas distribuidas en flotillas, todos ellos habían desarrollado una simbiosis muy especial con nuestro planeta de origen, así que al morir Ameyal, ellos también lo hicieron, cosa insólita, ya que jamás en nuestra Historia se había experimentado la muerte. Muchos pueblos se asustaron, pues habían considerado a los ameyalianos como seres inmortales: algunos incluso estaban en misiones cuando de repente empezaron a caer al suelo, completamente sin vida. La muerte de nuestro planeta fue, como puedes entender, mi pequeño nieto; como cortarles el cordón umbilical que les proveía del alimento de la vida. Las naves también perecieron, pues eran seres vivientes al igual que nosotros, aunque lo hicieron más lentamente. En verdad fue muy triste, pero lo fue más aún para los que quedamos atrás, los lamentablemente famosos Cuatro sobrevivientes de Ameyal, quienes habíamos logrado vivir sin depender de la energía de Ella, esto debido a que fuimos de los primeros en hacer viajes interespaciales tan largos. ¿Sabes por qué digo que son lamentables nuestros sobrenombres? Pues porque vivimos lo suficiente para ver la gloria y la caída de nuestro lugar de origen y de nuestra cultura. Pero en fin, nada dura para siempre en este Universo, ni él será siempre eterno: el cambio es inevitable. Ameyal cumplió con su función en el Gran Plan Maestro, y ahora es tiempo de que su espíritu encarne en una nueva esfera. Sólo espero que en donde decida renacer crezca gente que la ame y cuide tanto como nosotros lo hicimos en el pasado.

A pesar de ser tan fuerte, el pequeño Keneu pudo detectar cierta sombra en los ojos de su abuelo: evidentemente, las escenas de muerte y destrucción le habían dejado impresionado. Después de respirar hondo, Yunuen prosiguió.

-Sian Ka’an, Aaj Beh, Kin y yo jamás habíamos visto morir a alguien; ni siquiera en otros mundos. Sabíamos de ello, pero nunca nos acercamos lo suficiente como para observar el fenómeno. En verdad nos aterramos: que todos tus amigos y camaradas caigan inhertes al suelo, y veas sus almas desprenderse de sus cuerpos tan repentinamente… Fue una experiencia horrible. Nos asustamos, nos angustiamos, lloramos. Nunca habíamos sentido eso. Pero el que más sufrió de los cuatro fue Sian Ka’an, pues al enterarse que los responsables de la destrucción de esos planetas, incluido el nuestro, habían sido la gente que tanto protegió, los Am (incluso había llegado a amarles dentro de su imperfección), cayó por unos instantes en la locura misma, preso de la impotencia, la rabia, el odio. Aaj Beh, Kin y yo nos asustamos aún más de lo que ya estábamos, pues jamás habíamos visto una metamorfosis como esa en un ser que había sido tan puro y bueno. Aprendimos en ese momento que, lo que a veces concebimos como “mal”, siempre tiene un origen, y lo hicimos de una manera muy desagradable. Ojalá que esto que te cuento, nieto mío, te sirva de experiencia previa para entender muchas cosas que posiblemente vivirás en el futuro.

Keneu remembró entonces su inocencia de niño de aquellos ayeres.

-Ya veo. –dijo aquel pequeño del pasado en sus memorias. -Y dime abuelo, ¿qué fue de ustedes cuatro?

Su abuelo se acomodó aún más en su asiento.

-La historia de Sian Ka’an ya la conoces: cometió crímenes horribles, por lo que fue condenado a vivir en aislamiento hasta que limpiara todo el karma que había generado. En cuanto a Aaj Beh, él se retiró a un mundo naciente llamado Gaia y se dedicó a enseñarles todo lo que sabía. El continente a donde fue… creo que se llamaba Atlántida. Pero después de vivir el equivalente a 2000 años de ese planeta, decidió morir por voluntad propia y empezar de nuevo su aprendizaje en otros mundos. En contraste, Kin no encontró su lugar por mucho tiempo: anduvo de mundo en mundo, conviviendo con toda clase de pueblos sin poder llenar el vacío de su gente y de Ameyal. Además, después de ver el juicio de Sian Ka’an por medio de hologramas, Kin se deprimió mucho. “Hasta donde hemos caído”, nos decía a Aaj Beh y a mí. Sin embargo, nosotros no podíamos hacer nada por ayudarle, pues a pesar de nuestras palabras de aliento, sólo él podía encontrar la felicidad para sí mismo. Con el pueblo con el que estuvo más relacionado fue con los jóvenes Hathor, aunque igual, no se le quitó del todo esa tristeza que cargaba. Llegado su momento, y guiado por su corazón, se dirigió a un planeta aún inhabitado para meditar y encontrar la paz interior dentro de sí. Pasaron años y años de entrenamiento y ensimismamiento, hasta que finalmente logró ascender y volverse Uno con la Fuente, terminando así su ciclo de encarnaciones. Actualmente él es una célula de este Gran Ente viviente, y actúa de acuerdo a la voluntad del mismo. Ella le tenga en su gloria.

El pequeño Keneu le miró triste.

-¿O sea que tú y Sian Ka’an son los últimos?

Yunuen le miró con dulzura.

-No por mucho tiempo.

El niño le observó confundido. Luego, su abuelo le hizo señas de que se acercara para susurrarle algo al oído.

-Te voy a contar un secreto, así que no le digas nada a tus padres todavía. Verás, los Ancianos de los Días me han ofrecido ser parte de su Consejo; para ello, debo pasar algunas pruebas y algo de entrenamiento. Si logro superarlas, deberé de transmutar mi cuerpo en uno nuevo. En pocas palabras, haré desaparecer mi cuerpo actual y crearé uno nuevo a partir de mi propia conciencia. Mis recuerdos permanecerán intactos, pero el hecho de cambiar de Templo implica dejar atrás mi sangre ameyaliana y la experiencia mortal para siempre.

Terminadas sus remembranzas, Keneu sonrió para sus adentros, pues su abuelo, por supuesto, había pasado todas las pruebas y se había convertido en Anciano de los Días hacía ya muchos eones. De tan sólo de recordar la figura de Yunuen engalanado por primera vez con su nuevo cuerpo, se le erizaba la piel de la emoción. Afortunadamente, sus lazos con su familia no los había roto, así que los visitaba constantemente. Le llamaban “el más humilde de todos ellos”, pues le encantaba visitar directamente los mundos de estancia en lugar de enviar mensajeros solitarios en su lugar. Keneu se sentía orgulloso de su sangre: parte ameyaliana, parte pleyadiana.

<<Quizás sea mi linaje el que me llama tanto a ayudar a Sian Ka’an. Seguro ha de ser parte de mi legado como hijo indirecto de Ameyal.>> pensaba para sí.

Entre pensamientos, el mensajero caminó otro tramo entre senderos, hasta que finalmente pudo divisar al recluso.

Lleno de emoción, Keneu suspiró para serenarse lo más que pudo.

-Parece que el momento ha llegado…


                                                    Capítulo inspirado por "Confluence" de John Williams                                                                                                                  (Memoirs of a Geisha)

                                           https://www.youtube.com/watch?v=g6Up85o3KUM#t=145

Capítulo 2

                                 La libertad se encuentra dentro de uno mismo

Sian Ka’an caminaba tranquilo disfrutando el paisaje que le rodeaba cuando, de repente, sintió una presencia familiar que le aguijoneaba la espalda. Se detuvo, y luego giró lentamente para ver que evidentemente estaba en lo correcto: era Keneu, el enviado por los Ancianos de los Días.

El mensajero quedó asombrado: Sian Ka’an se veía realmente majestuoso; muy diferente a como lo había encontrado otras veces. Pero lo que más le emocionaba era que finalmente se había dignado a mirarle a los ojos. Keneu, hasta hacía unos instantes, sólo había conocido la mirada perdida del recluso. Jamás imaginó que tendría unos ojos tan penetrantes. Sin embargo, en ellos había algo diferente: luz. Eso jamás lo había visto en todas sus visitas. Era hermoso, y de cierta manera, pudo imaginárselo en otros tiempos con una majestuosidad aún mayor, rodeado de seres similares a él en espera de un nuevo comienzo.

Keneu le observó de manera efusiva.

-¡Sian Ka’an, es increíble! ¡Veo brillo en tus ojos! ¡Eso es maravilloso!

El recluso no le respondió: se limitó únicamente a mirarle de manera inquisitiva. A pesar de ello, los ojos de éste parecían hablar tan claro como la boca misma. En ellos se leía: “Lo que tengas que decir, hazlo ya”.

<< Debo tener cuidado con lo que diga de ahora en adelante. Si no, es capaz de voltearse e ignorarme>> pensó Keneu para sí.

-Me da mucho gusto que incluso ya caminas por los alrededores. Además esa aura tuya se ve radiante, cosa que antes ni siquiera la veía de tan apagada que estaba. ¡Eso significa que te has liberado de algunos karmas!

La mirada de Sian Ka’an se suavizó con esto último comentario.

<< ¡Genial, voy bien! >>

Keneu prosiguió.

-Eso significa, de igual manera, que has logrado encontrar un poco de paz en tu interior, hermano. Eso, créeme, me hace muy feliz.

Sian Ka’an frunció el ceño.

-Dime: ¿por qué estás aquí?

El mensajero se quedó pasmado por la sorpresa y la alegría.

-¡Me… has…hablado…!-musitó.

-Contesta mi pregunta.-le respondió tajante.

Keneu hizo lo que pudo por contener sus emociones.

-Bueno, pues porque los Ancianos me han enviado: quieren ver tu progreso.

Sian Ka’an le miró con desdén.

-¿Y por qué no vienen ellos mismos?

Keneu supo que debía tener tacto de ahora en adelante.

-Porque están muy ocupados, Sian Ka’an. Para eso estamos los mensajeros solitarios.

Sian Ka’an se volteó para seguir su camino.

-Sí, claro.

Keneu se apresuró para seguirle el paso.

-¡Es en serio! Tú mejor que nadie lo sabes: viste mi aura.

Sian Ka’an volteó entonces súbitamente con mirada asesina.

-No, no la vi. Esta dimensión me impide ver las auras de seres más evolucionados que yo. ¿Cómo sé que no me estás mintiendo?

-¿Qué gano con mentirte? -le calmó. - A mí lo único que me interesa es que crezcas espiritualmente.

-¿Para que de esa manera ganes tú algo a cambio? –le reclamó. -Sé que a ustedes lo promueven a puestos más elevados por hacer este tipo de labores.

Keneu le miró compasivo.

-Sian Ka’an, a mí eso es lo que menos me importa: yo sólo quiero ayudarte.

Al recluso le cambió el aura a una de color rojo sangre.

-No seas hipócrita: acabas de decir hace rato que estás aquí porque te han enviado. No me salgas ahora con que quieres ayudarme por iniciativa propia.

Keneu tenía tantas de decirle: “soy tu sangre, y tú la mía”, pero lo tenía explícitamente prohibido por el mismísimo Ubara.

-Tengo mis motivos para querer hacerlo. –se sinceró. - En lo personal, siempre me he sentido atraído hacía ti, aún sin conocerte físicamente. Cuando era niño, el Anciano Yunuen nos visitaba con frecuencia y me contaba muchas cosas sobre Ameyal, incluidas sus historias de viajes. Me platicaba del gran Comandante Sian Ka’an y de sus subordinados, y de cómo ayudaron a infinidad de pueblos por órdenes de los altos rangos del planeta, pero también de cómo te habías dejado llevar por tus emociones cuando Ameyal fue destruida. Desde el momento en que supe de tu caída en conciencia, nació en mi interior una inquietud pesante. Mi corazón deseaba verte volar y ser feliz nuevamente, justo como lo habían logrado los otros tres sobrevivientes. Es por ello que estoy aquí, aunque también muy en parte se lo debo al Anciano Yunuen que me apoyó desde un principio.

Sian Ka’an le dio la espalda con temperamento helado.

-No me hables jamás de ese maldito traidor.

Al oír esas palabras por parte del recluso, Keneu sintió por primera vez que le dolía el corazón.

-¿Tanto así odias a los Ancianos de los Días?

Sian Ka’an le miró de reojo con velo desafiante.

-Sí.

Keneu le observó medio confundido.

-Pero… ¿Por qué?

El recluso entonces se giró por completo para verlo frente a frente.

-Porque ellos no saben reconocer sus propios errores.

-No lo entiendo.

Sian Ka’an suspiró, aparentemente harto de la “estupidez” de su consejero.

-No lo has notado aún, ¿cierto? Ellos son muy buenos para impartir juicios, pero cuando se trata de ver sus propias fallas, no son capaces de reconocerlas. Sostienen y afirman que siguen en lo correcto. En verdad eso me enferma.

Keneu se defendió.

-Eso no es cierto.

-¿Ah, no? –le reclamó enérgico. –Te refrescaré la memoria. En una de tus visitas, me mencionaste que un tal Lucifer había causado un meollo millones de veces más catastrófico que el que yo había hecho. La tercera rebelión, según tú. ¡Él, para que veas, sí merecía la condena que yo tengo ahora! Pero… ¿Qué hicieron los Arcángeles al respecto? Simplemente lo botaron de las dimensiones superiores, lo cual me parece bastante misericordioso para alguien que armó tanto revuelo. Mi pecado fue menor al suyo, y aún así los Ancianos, de rango más bajo, no levantaron mi condena cuando finalmente entendí que lo que había hecho no estuvo bien. ¿Qué es lo que desean? ¿Qué me pudra en este lugar hasta que no quede rastro de mi cuerpo? Oh, lo siento mucho, ¡pero soy un maldito inmortal! ¡No puedo morir: no puedo reencarnar y borrar lo que he hecho! Ya entendí que el daño que hice daño es y será: no hay otro nombre para ello. ¿Qué más quieren de mí? ¿Qué me carcoma la culpa hasta que los días de este Universo queden atrás? Lo siento mucho, pero después de reflexionar por eones, creo que en parte yo soy un monstruo que los Am crearon colectivamente con sus estúpidas guerras y estúpido karma… Y sí: yo hice mal en hacerles pagar. Ambas partes tuvieron la culpa. He admitido la herida que provoqué: ¡¿por qué me mantienen encerrado entonces?! ¡No creo que haya hecho algo tan imperdonable como para que me encierren aquí por tanto tiempo, considerando que otros han cometido pecados más horrendos que yo!

Keneu se frotó la frente con la mano, evidentemente preocupado.

-Es cierto: Lucifer hizo cosas mucho más horribles que tú; pero tú no te quedas muy atrás.

Sian Ka’an frunció el ceño.

-¡No hice la gran cosa: no en comparación con él!

Keneu se alteró al oír estas palabras.

-¡¿Es que eres tan insensible como para decir que destruir un planeta entero es poca cosa?! 

Sian Ka’an se sorprendió al verlo tan irritado: jamás había visto a ningún mensajero solitario ponerse así. Además… emociones tan fuertes no eran comunes en un pleyadiano. Por otro lado, era cierto lo que había dicho: pequeña o grande, una herida no deja de serlo por su tamaño. Todo afecta, tanto en el macro como en el microcosmos, y viceversa. Y fue en ese momento que, al cruzar por su cabeza esta relación (grande-pequeño), las verdades se empezaron a mostrar en frente de él como doncellas que se inclinan.

<<Quizás… entonces quizás…>>

Sian Ka’an abrió los ojos como platos.

<<Liberarme de karma...>>

La silueta de su verdugo se apareció entonces en sus recuerdos.

<<Por tus crímenes, y por el poder que la Fuente me concede, Yo Ubara, Líder de los Ancianos de los Días, te condeno a vivir aislado del resto de la Creación hasta que quedes libre del karma que hoy has creado, pues el dolor que causaste se transmitirá a otros lugares de una forma u otra si no te contengo aquí y en estos momentos.>>

<<Pero…aún así y con todo lo que hiciste… no pudiste frenar del todo el karma…>>

Sian Ka’an sintió en ese momento como si las piernas le fallaran y perdieran fuerza.

-Repítemelo nuevamente, Keneu: ¿quién hizo la primera rebelión?

Éste le miró con compasión, pues se daba cuenta que finalmente Sian Ka’an empezaba discernir la trascendencia de su desvío.

-Tú: cuando decidiste dejarte llevar por el odio en tu pecho y arremetiste contra los Am desde la Sexta dimensión, destruyendo el planeta por completo.

-¿Por qué se le considera la primera rebelión?

-Porque tú fuiste el primer ser interdimensional, con una conciencia antes elevada, en actuar fuera de la naturaleza misma de El Gran Yo Soy. Rompiste las leyes cósmicas de no-intervención, y además, tu acto trascendió en otras formas: implicó algo mucho más grande que la desaparición de una raza y un planeta enteros.

Sian Ka’an sintió en el acto que el pecho le oprimía de manera tortuosa (verdad que entraba por vez primera a su raciocinio).

-¿Y qué fue?

Keneu le miró con ternura y compasión.

-Eso debes discernirlo tú mismo.

El recluso cayó de rodillas al suelo, a falta de voluntad para seguir de pie, y luego empezó a musitar con debilidad.

-Yo…yo abrió un nuevo paradigma ese día… ¿verdad? Yo… ¡abrí la ventana para que otras rebeliones se llevaran a cabo! –dijo finalmente horrorizado.- Mostré la posibilidad de que se podía ir en contra de las leyes naturales de La Fuente. ¿Soy… entonces soy… el causante indirecto de las dos rebeliones que siguieron? ¿Cargo acaso, de cierta manera, la sangre derramada por aquellos seres caídos? Y sí es así… Oh, Dios: jamás saldré de aquí…no lo merezco en lo más mínimo.

A Keneu se le hizo un nudo en la garganta al ver a Sian Ka’an tan desdichado. Se le acercó lentamente, con toda la compasión rebosante, y luego se inclinó con cariño para tocar su hombro.

--Hermano: no hay desvío en este mundo lo suficientemente grande como para no ser perdonado. Eres necesario en este cosmos, y si la Fuente te hubiera considerado innecesario o peligroso para su obra, créeme: no existirías. Pero estás aquí; y sí: has causado mucho daño, pero de nada sirve vivir en la espiral del pasado atrapado en tormentos que no hacen más que aniquilar tu espíritu. Todos tenemos un gran poder, y de nosotros depende si se usa para bajar o elevar la conciencia: se llama fuerza de voluntad. Ése fue el motivo por el que tu gente te eligió como su representante ante el resto de la Creación, porque tienes la capacidad de perdurar y perseverar aún y con todo lo malo que pueda pasar a tu alrededor. La prueba de ello es que estás vivo aquí y ahora. Sian Ka’an: utilizar un Merkaba artificial para llegar a la Sexta dimensión y aprovechar las ventajas de ésta sin una pizca de amor requiere muchas agallas. De hecho, nadie pensaba hasta ese día que eso fuera posible. Y no digo que sea bueno, ya que es una forma muy antinatural de hacer las cosas, pero pudiste haber muerto ese día: no lo hiciste. Si se hubiera desestabilizado tu Merkaba, por mínimo que hubiera sido, te hubieras desintegrado al instante. El Merkaba, pues, se sostuvo en pie gracias a tu voluntad de llegar hasta ahí. ¿Por qué te digo todo esto? Porque quiero que veas que tienes la fuerza y el coraje suficientes, pero en estos momentos te falta el objetivo que se necesita para poner a trabajar tu esencia: te hace falta llenarte de amor. Esa es la clave para liberarte de la verdadera prisión que has creado para ti mismo. Y muchas veces, y aunque no lo parezca, el cambio interno individual puede significar la luz de muchos, incluidos aquellos a quienes hemos causado daño.

Sian Ka’an volteó con dificultad y pesadez.

-Entonces… ¿aún puede enmendarse el error que cometí?

Keneu asintió.

-La libertad, hermano mío, no la vas a encontrar allá afuera. –dijo señalando el firmamento. –La vas a encontrar en algo mucho más valioso que ni siquiera implica salir de esta dimensión. Todo es cuestión de saber dónde buscarla.

Las lágrimas de Sian Ka’an empezaron a correr suaves por sus mejillas y, finalmente, una máscara de ego que ni siquiera sabía que traía puesta cayó al suelo estrepitosamente: era su segunda vez en probar el llanto del espíritu. Keneu, por su parte, permaneció a su lado, silencioso, mientras la Noche Oscura del Alma arreciaba sobre los hombros del recluso. Sian Ka’an veía y veía sus puños en el piso, y por más que quería, no dejaba de ver la sangre nueva y fresca de cientos de planetas inocentes entremezclada con la de los Am. Demasiada muerte, demasiada destrucción.

-No merezco perdón de Dios…-dijo temblando de pies a voz y cabeza. - Es imposible…yo…

Sian Ka’an extendió sus manos para ver sus palmas, y sólo el rojo carmesí se mostró uniforme con su brillo espectral. Dio un gemido ahogado lleno de dolor y angustia, consciente de todo el daño que había hecho. Y finalmente: un grito aterrador lleno de lamento y desesperación. La vacuidad se hizo más profunda, y entonces, el deseo de morir que había estado latente por mucho tiempo se intensificó hasta llevarlo al éxtasis del sufrimiento.

Deseaba extinguirse…deseaba desaparecer…

-¡Dios mío, por favor llévame! ¡Deshaz estas memorias que jamás me dejarán tranquilo!, y si no es suficiente, entonces quítame la esencia que me has otorgado, pues jamás seré digno de ti, Madre Fuente… ¡Destruye mi ser, que lo único que ha sabido hacer es confrontarte a ti y a tus hijos…!

Un lamento ahogado, y luego un susurro lleno de dolor.

-No soy digno…No lo soy…

Keneu, por su parte, se estremeció al verle en semejante estado de depresión: era como ver un alma en pena, vacía, sin más esperanza que la eternidad en cadenas. Pero sabía que debía dejarlo solo. Que debía dejarlo llorar y desahogarse. No intervenir en el proceso.

<< Dios mío: por favor, que no haya estropeado todo…>>

Tiempo le tomó a Sian Ka’an serenarse por completo. Tiempo le tomó hacerse a la idea del peso sobre su espalda. Pero esta vez había una diferencia entre el ayer y el momento presente: tenía algo a lo cual aferrarse, algo por qué luchar. Era cierto: el amor era la clave, y una vez que su mente se serenó, los recuerdos de una pequeñita le hicieron recobrar el aliento, haciéndolo darse cuenta que esta vez no era sólo él, sino que había alguien más involucrado en la espiral de su existencia.

Sus manos se suavizaron, su cuerpo se relajó, y en el recuerdo de aquella hermosa sonrisa, no pudo evitar cerrar los ojos agradeciéndole a ella y a La Fuente por tener, aunque fuera, un solo motivo para valorar su vida. Esta vez, tenía a alguien a su lado: no estaba solo. Y no volvería a estarlo nunca.

Keneu observó asombrado aquella metamorfosis: del abismo oscuro al ronco resplandor. Y una vez que se sintió listo, Sian Ka’an se puso en pie nuevamente con un aura que vibraba en colores pálidos pero vibrantemente sutiles. No había logrado perdonarse a sí mismo, pero al menos, esta vez estaba listo para enfrentar a la Vida y la responsabilidad que cargaba consigo. Tenía a alguien por quien mantenerse en pie.

Sus ojos profundos entonces miraron a Keneu, pero en esta ocasión no había desprecio: había empatía, ¡finalmente empatía!, a lo cual el mensajero reaccionó con mudo estremecimiento.

<<Madre Fuente: no sé qué has hecho con Sian Ka’an, pero gracias por dejarme ver la maravilla de este renacimiento. Gracias… por dejarme apreciar a este fénix que finalmente expande las alas…>>


                                                       Capítulo inspirado en "The Light" de Robert Coxon &

                                                                                                    "Evenstar" de Howard Shore

                                              https://www.youtube.com/watch?v=SlQFzaMqIoE#t=21

                                              https://www.youtube.com/watch?v=im5CIpMFo4Q#t=149

Epílogo

Keneu regresó de su viaje bastante entusiasmado. Sian Ka’an y él finalmente habían conversado, pero mejor aún: finalmente habían logrado entablar una relación de respeto mutuo. En sus últimos momentos con el recluso, se había dedicado a darle como siempre las nuevas en todo el Universo, pero esta vez fue escuchado con serenidad y una ligera sonrisa; sin rechazo alguno.

<< ¡Finalmente me lo he ganado! ¡Dios mío, gracias!>>

Keneu se dirigió entonces a las dimensiones donde moraban los Ancianos de los Días, lleno de emociones positivas.

<<Abuelo se pondrá feliz al saber esto…>>pensaba ansioso.

-Oh, veo que has llegado. –dijo una voz a su espalda.

El mensajero volteó emocionado.

-¡Ubara! Me alegro de verle.

El Jefe de los Ancianos sonrió animoso.

-Por lo que veo, traes muy buenas noticias.

-¡Sí!

Keneu comenzó a narrarle entonces todo lo que había experimentado en su última visita con Sian Ka’an. Ubara, por su parte, puso atención en cada detalle, cada emoción del chico; y cuando finalmente terminó, su rostro mostraba cierta inquietud.

-Hmmh…Hay algo extraño en todo esto: ¿cómo es posible que de un tiempo para acá haya dado ese salto tan grande?

Keneu frunció el ceño.

-Eso que importa: lo bueno es que va progresando.

Ubara no parecía muy convencido.

-¿Tú qué piensas, mensajero? ¿Crees que haya algo que afecte a Sian Ka’an? ¿Quizás…alguna influencia externa?

Keneu se llevó una mano al mentón, medio pensativo.

-Mmmh… es probable. Eso explicaría muchas cosas: su estado de ánimo, su forma de mirar, su necesidad de explorar y no de escapar… Aunque, bueno, yo no vi nada extraño que indicara que Sian Ka’an estuviera recibiendo visitas foráneas.

Ubara asintió.

-Bueno, entonces he de creer en tu palabra.

Keneu sonrió, y acto seguido se despidió del Anciano, quien, por su parte, se encargaría de investigar a los alrededores de aquella dimensión en secreto: sólo por si acaso. Ubara tenía una mente muy aguda, y veía posibilidades que otros no. No dudaba de la sinceridad de Keneu, pero también era consciente de que había gato encerrado: ¿un cambio tan drástico en tan corto lapso de tiempo? Fuera lo que fuera, tenía que verificar lo que estaba ocurriendo: de una forma u otra.


Fin del Intermezzo

                                                                      Capítulo inspirado en "Ancient Greek Music -                                                                                               The Lyre of Classical Antiquity"                                                                                                                           de Michael Levy

                                                           https://www.youtube.com/watch?v=elERNFoEf3Y


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Un Mundo de Sueños

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Part of the Modern Romance collection

Published on February 12, 2016

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